Un cuerpo de conocimientos, o, el cuerpo conoce sabe

Por Kenneth M. Kensinger*

Fue apenas un breve comentario de un padre a su joven hijo pero me lanzó una de las líneas de investigación más iluminadoras y fascinantes durante mis siete años de trabajo de campo entre los Cashinahua del Este del Perú. Los hombres estaban sentados en banquetas de madera bajas o caparazones de tortuga alrededor de un surtido de tazones/vasijas, que solo un momento antes habían sido llenadas con el menú diario -carne de monos, jabalí, roedores y pájaros- acompañado por mandioca y plátanos hervidos y gachas hechas de maíz y plátanos maduros. Su discusión sobre la caza del día era intercalada con las bromas picantes usuales entre cuñados.

Awadetsati, el jefe, aclaró su voz, se rascó la entrepierna y dijo: “En los días de los ancestros, había un tapir.”

Su audiencia se rió por anticipado ante el relato inminente. Las mujeres, sentadas en esteras de hoja de palmera alrededor de los restos de su comida, en otro círculo a corta distancia de los hombres, reían y callaban a los niños.

“Él era una criatura alzada, que anunciaba sus intereses sexuales a cualquier cosa que se moviera. Incluso quiso seducir a una hoja se cruzó en su camino”

“Ede”, dijo Masa, “justo como Siu”, refiriéndose a su joven cuñado, quien respondió con otra obscenidad para la diversión de la audiencia.

“Un día, mientras caminaba atolondrado en el bosque, el tapir encontró un xawe, una enorme tortuga de tierra. ‘Oh!’, le dijo, ‘tú eres una hermosa criatura. Acostémonos´. Eso fue lo único que él le dijo. La tortuga lo observó desde la nariz  a las nalgas. Y le dijo: ‘Eres muy grande. Y qué delicioso pene! Claro que sí, hagámoslo’. ‘Nunca me acosté con una criatura como tú’, le respondió el tapir. ‘¿Dónde meto mi pene?’.

Entre risotadas, varios miembros de la audiencia sugirieron diferentes alternativas.

“ ‘Aquí’ dijo ella, apuntando a su boca. Bueno, el tapir metió su pene y empezó a moverse. ‘Hun, hun, hun’. Cuando él llegó a su momento más alto de pasión, CHUN! Las mandíbulas de la tortuga se cerraron”.

“Adai, adai” gritaban los hombres mientras se agarraban sus genitales. Las mujeres, con sus manos sobre sus bocas, se reían.

“La tortuga se fue caminando, masticando. Había encontrado su cena. El tapir, en cambio, se arrastró hacia los arbustos y murió. Así pasó hace mucho tiempo atrás, en los días de los ancestros.”

En medio de los comentarios de la audiencia, Bidu, el hombre sentado, en su caparazón de tortuga, al lado mío, se inclinó y miró a su pequeño hijo, al que acunaba entre sus piernas: “hijo mío, eso es lo que pasa cuando todo tu conocimiento esta en tus bolas”.

Fue un comentario divertido, que me hizo reir. Pero, el comentario de Budu me persiguió por semanas, incluso meses. ¿Dónde más puede residir el conocimiento? ¿Cómo se adquiere el conocimiento? ¿Qué constituye el conocimiento para los Cashinahua?

El tapir, todos mis informantes acordaron, tenía poco conocimiento (una) y todo su saber estaba en sus bolas. Por el contrario, un hombre sabio, huni unaya, tenía conocimiento a lo largo de todo su cuerpo. “Hawen yuda dasibi unaia, todo su cuerpo sabe”, me dijeron. Cuando les pregunté específicamente adónde tenía un hombre sabio conocimiento, ellos enumeraron: su piel, sus manos, sus oídos, sus genitales, su hígado, y sus ojos. “ ¿Su cerebro tiene conocimiento?” pregunté. “Hamaki, no” respondieron.

¿Qué quieren decir los Cashinahua cuando dicen que la piel, las manos, los oídos, los genitales, el hígado, y los ojos poseen conocimiento?

Una es lo que el cuerpo de uno aprende de la experiencia. Todo el conocimiento asociado con el trabajo físico está localizado en las manos, porque ellas son la parte del cuerpo más directamente involucrada en el trabajo. Por ejemplo, cuando un hombre tira abajo un árbol para limpiar una parte del bosque, él aprende algo sobre la naturaleza del árbol y de sus herramientas; aprende acerca de la fuerza necesaria para hacer los cortes y de la dirección en la que cae el árbol cae con referencia al lugar del corte, y sobre si cae o no limpiamente al suelo con referencia a los árboles y arbustos que lo rodean, entre otras cosas.

Este conocimiento, dicen los Cashinashua, reside en sus manos porque ellas sostienen el hacha que corta el árbol, causando que éste caiga y por lo tanto son el conducto a través del cual el conocimiento entró al cuerpo.

El conocimiento aprendido y asociado con las manos de los hombres, involucra la caza, pesca, el trabajo en los huertos, la confección de herramientas, arcos y flechas, tocados de plumas y otros objetos. Las manos de las mujeres saben sobre la plantación y la cosecha, cocinar, tejer, hacer esteras, canastas, cerámicas y otros objetos. Los Cashinahua dicen que el conocimiento aprendido por y localizado en sus manos incluye aquellas habilidades físicas en las cuales las manos juegan un papel principal, inclusive si otras partes del cuerpo juegan un rol importante.

Voy a dar un ejemplo. La buena caza requiere de un considerable conocimiento, que no implica exclusivamente el uso de las manos.  Requiere el conocimiento del comportamiento típico de los animales cazados, basado en la observación. Este conocimiento, dicen los Cashinahua, es “conocimiento de la piel”, bichi unaya, como lo es todo el conocimiento del mundo natural. Cuando les pregunté por qué no era un conocimiento de los ojos, ya que era conocimiento que provenía de la observación, me dijeron que era conocimiento del espíritu del cuerpo de la selva, yuda bake yushin.

Un pequeño desvío es necesario en este punto. Los Cashinahua creen que cada persona consiste en un cuerpo, yuda, y un grupo de al menos cinco espíritus, yushin. Aunque mis informantes no concordaban con respecto a cuántos espíritus exactamente tenía cada persona, todos enumeraban al menos los siguientes: yuda bake yushin, espíritu del cuerpo del niño; bedu yushin, espíritu de los ojos; nama yushin, espíritu del sueño; pui yushin, espíritu de las heces; fialmente, isun yushin, espíritu de la orina. A los efectos de este texto consideraremos solo los dos primeros.

El yuda bake yushin, el espíritu del cuerpo del niño (de aquí en más, simplemente el espíritu del cuerpo) encierra el cuerpo de una persona como una piel externa. Como espíritu, no es visible en la vida real y cotidiana. Consiste en el aura de una persona, es la omnipresencia física de una persona; un indicador del estado de la vitalidad y de la salud de una persona, o su falta.  Aunque es efímera, intangible e invisible, el cuerpo adquiere un aura diferente ante la ausencia del yuda bake yushin, como cuando una persona muere.

Yuda bake yushin también se refiere al reflejo de una persona en el agua o en un espejo, como así también a la sombra de una persona. Se dice que todos los seres vivientes -la gente, animales, vegetación, y todos los otros aspectos de la naturaleza- tienen “espíritus de cuerpo”. De manera que cuando se ve a una persona o cosa, puede decirse que se ve el espíritu del cuerpo. Además, uno aprende sobre cosas como el sol, el viento, el agua y la lluvia a través de las sensaciones que producen en la superficie del cuerpo. Es en este sentido que el conocimiento del mundo natural es un “conocimiento de la piel”, un conocimiento obtenido a través de la piel y localizado en ella.

Sin embargo, para ver la verdadera naturaleza de la gente y las cosas que conforman el mundo natural, uno, además, debe entender el bedu yushin, el espíritu del ojo, también llamado el espíritu real, yushin kuin. El espíritu del ojo mora en el ojo de una persona, dejando el cuerpo durante el estado de inconsciencia y en las experiencias alucinógenas, para viajar al mundo de los espíritus. El conocimiento producido en estos viajes es llamado bedu unaya, conocimiento del ojo. Es solo con el espíritu del ojo que uno puede ver a las personas y objetos, verdadera y completamente, tanto en su substancia física como espiritual: el cuerpo y el espíritu del cuerpo. Sin el espíritu del ojo, una persona solo puede conocer la superficie de las cosas: su piel y por lo tanto el conocimiento de la piel.

Volvamos ahora al cazador cashinahua del que hablábamos. Además del conocimiento del comportamiento del animal y del conocimiento de la piel que le permite localizar a su presa, el cazador precisa saber cómo acercarse a ella.  Otra vez, conocimiento de la piel. Pero una vez en posición de tiro, él se basa en el conocimiento de la mano para la coordinación de la mano mano con el ojo, necesaria para hacer el disparo. Necesaria para juzgar hasta qué punto tirar la flecha hacia atrás y cuándo soltarla para dar en el blanco y matar. Las habilidades requeridas para hacer su arco y flecha son, también, conocimiento de la mano.

Las habilidades de las mujeres son también una clase de conocimientos de la mano. Tomemos como ejemplo el hilado y el tejido. Las mujeres Cashinahua tuercen algodón para hacer el hilo de sus hamacas, polleras y otras producciones. Ellos dicen que una mujer quen puede transformar algodón en una hebra de hilo parejo -sin bultos ni puntos débiles- que sus manos conocen. Para producir un trozo de tela de la correcta textura y densidad y con bordes rectos requiere mucho del conocimiento de la mano. Sin embargo, cualquier dibujo que pueda ser tejido en la tela se basa en el conocimiento obtenido a  través del espíritu del ojo y/o del espíritu del sueño.

El conocimiento social es producido por el oído  y reside en esa parte del cuerpo. Por lo tanto es llamado pabinki una, conocimiento del oído. La conexión con el oído viene de la centralidad del lenguaje en el discurso social. Aunque el habla, hancha, viene de la boca, el conocimiento proviene de la escucha. Los Cashinahua usan dos expresiones para distinguir entre dos clases de escucha: ninka babui, escucha superficial y ninka kushi, escucha profunda. La escucha superficial involucra escuchar y absorber acontecimientos relativos a asuntos sociales, por ejemplo la conciencia social. La escucha profunda requiere cavar debajo de la superficie para considerar las motivaciones, consecuencias, etc. La expresión, en mia ninkai, “te escucho”, puede significar “escucho lo que estás diciendo” o “entiendo lo que estás diciendo”. Aunque ambos tipos de escucha involucran conocimiento, es principalmente el segundo tipo de escucha, la escucha profunda, a la que se refieren cuando dicen que una persona sabe mucho, que tiene mucho conocimiento del oído. La escucha profunda es el resultado de ambas, la escucha, ninka, y el pensamiento, shina.

Solo un breve comentario aparte– nunca fui capaz de descubrir adónde tiene lugar el pensamiento. Varios informantes dijeron que se producía dentro de los oídos, pabinki medan; otros lo localizaron en el corazón, el hígado, o el cuerpo en su totalidad. Incluso algunos informantes encontraron mis preguntas como incomprensibles o tontas. Aunque los presioné con mis preguntas para ver si el pensamiento tenía lugar entre los oídos, es decir, en el cerebro, mis informantes rechazaron con firmeza al cerebro, mapu, como el lugar del pensamiento.

Se dice que los inadaptados sociales y las personas que hacen alarde de las convenciones sociales son patapa, “sordos”, pabinki kushi, “que tienen oídos tapados”, que hawen pabinki shuiuma, “sus oídos no tienen agujeros.” Son gente sin conocimiento del oído.

Los genitales son el lugar y fuente del conocimiento de la mortalidad e inmortalidad, el conocimiento de la fuerza de vida. El razonamiento aquí es complejo. En primer lugar, los niños, el producto de los genitales y la actividad genital, le dan a uno inmortalidad al perdurar más allá de la propia vida. El acto sexual es breve y fugaz, pero a través de él uno se reproduce a sí mismo. A menudo, los informantes varones decían nunca haberse sentido más vivos que en el momento que precedía a la eyaculación, seguido, sin embargo, por la muerte, es decir, la pérdida de tumescencia y relajación muscular. Los hombres, al hablar de un orgasmo satisfactorio, con frecuencia decían haber muerto, o, que la vagina de la mujer los había matado. Las mujeres Cashinahua nunca hablaban del acto sexual en estos términos, quizás porque raramente experimentaban un orgasmo. El conocimiento genital de la mortalidad también  tiene sus raíces en realidades biológicas asociadas con el envejecimiento. Los hombre hablaban con reticencia sobre su capacidad decreciente para lograr una erección en la vejez; por su vez, las mujeres hablaban sobre el corte de la menstruación y la pérdida de la fertilidad.

El ultimo tipo de conocimiento es el taka una, conocimiento del hígado, el conocimiento de las emociones. Es en el hígado donde uno siente alegría y pena, miedo, desconfianza, esperanza, placer. Los Cashinahua decían de una persona que era generosa, agradable, y feliz que él o ella tenía un hígado dulce, taka batapa, y que su hígado sabía mucho, hawen taka una haida. Una persona tacaña con una disposición desagradable y que siempre estaba triste y anticipaba desastres, tenía el hígado amargo, taka muka. Una persona con el hígado amargo apenas tiene un poco de conocimiento, hawen taka una pishta.

La cantidad de conocimiento del hígado que una persona tiene y el estado de su hígado, por ejemplo más dulce o más amargo, se expresa tanto en el comportamiento como en la apariencia, por ejemplo en la superficie del cuerpo. Una persona con una disposición agradable tiene una cara dulce, besu batapa, mientras que una persona gruñona tiene una cara amarga, besu muka. Un informante describió a su madre en los siguientes términos: Hawen taka una haida hayaki. Hawen besu batapa haida. Hawen yuda dasibi batapaki. Nukun dasibi benimahaida wamisbuki. “Su hígado tenía un montón de conocimiento. Su cara y todo su cuerpo eran muy dulces. Siempre nos hacía muy felices”.

Por mi propio sesgo cultural, continué preguntando a mis informantes Cashinahua si alguna parte del cuerpo, a saber el cerebro, servía como un tipo de procesador central o banco de datos del conocimiento. Ellos paciente y persistentemente rechazaban cualquier separación entre la mente y el cuerpo. Insistían en que diferentes tipos de conocimientos eran obtenidos a través de diferentes partes del cuerpo y que, además, distinta cada clase de conocimiento residía en distintos lugares del cuerpo. Todo el cuerpo pensaba y conocía.

¿Cuáles son las características de una persona sabia en Cashinahua, una unaya? Son personas que tienen mucho conocimiento, una haida haiya ki. Sus manos saben, quiere decir, son trabajadores hábiles.  Su piel sabe, quiere decir, tienen un conocimiento extenso y profundo de su entorno. Sus ojos les dan conocimiento del mundo espiritual. El conocimiento de su mortalidad e inmortalidad reside en sus genitales. Su hígado les provee de una amplia gama de emociones. Una persona verdaderamente erudita es una cuyo cuerpo entero sabe.

Pero los Cashinahua insistían en que una persona sabia no es simplemente quien tiene mucho conocimiento. Este conocimiento debe ser expresado en comportamiento. Las personas sabias son generosas tanto con su conocimiento como con los productos que su conocimiento les permite producir. Son serviciales pero reservadas; nunca imponen sus conocimientos por sobre el conocimiento de otros. Son humildes; saben que su conocimiento es incompleto, que siempre hay más para aprender. Son socialmente sensibles, sabiendo cuando involucrarse y cuando tomar distancia. Son serenos, pacientes, moderados en todas las cosas. Y finalmente, viven en el presente, sabiendo que éste también pasará.

Para los Cashinahua, el conocimiento se deriva de la actividad y, a su vez, genera actividad. No es en la contemplación  sino en la acción que el conocimiento  es, a la vez, producido y expresado.

Aunque muchos americanos piensan el conocimiento en términos de la separación cartesiana entre la mente y el cuerpo, reconocemos ciertas actividades y saberes como si estuvieran, al menos en cierto grado, separados de las operaciones cognitivas y semánticas de la mente. Tomemos el ejemplo del anuncio político que nos decía: “en tu corazón, tu sabes que él está en lo correcto”; o, cuando hablamos de la destreza manual de un artesano hábil, las habilidades físicas de un atleta dotado, bailarín o músico, como si el conocimiento especializado estuviera profundamente ‘embebido’ en todas las fibras de su ser. A pesar de estas excepciones, tendemos a separar la mente del cuerpo; vemos al cuerpo como un mero instrumento de la mente. Celebramos el conocimiento por el conocimiento mismo, divorciado de la acción.

Para los Cashinahua, el conocimiento es producido a través de la experiencia corporal y se expresa en la actividad corporal. Una persona sabia no es solo una cuyo cuerpo entero conoce a por la experiencia pasada, sino una persona cuyo conocimiento se incrementa cuando el saber es puesto en acción. El conocimiento está vivo. Vive y crece en el cuerpo que actúa, piensa, y siente.


Texto en inglés: http://www.penn.museum/sites/expedition/a-body-of-knowledge-or-the-body-knows/

*Conferencia fue presentada en la apertura de la exhibición “El regalo de las plumas” en The University Museum, Universidad de Pennsylvania, Noviembre 13, 1991.
En: Expedition, Volumen 33, No. 3, 1991, pp. 33- 45

Traducción: Erika Ledesma y Laura Zapata.